Con la aproximación del día de la Expectación del Parto, un momento profundamente significativo en el calendario litúrgico, la comunidad de la calle Castilla se prepara para un evento especial. En estas horas previas, María Santísima de la O está a punto de descender de su camarín, marcando así el ecuador de diciembre. La torre de su parroquia pronto se iluminará, brillando intensamente en la noche como una “candelá”, un símbolo luminoso que anuncia la cercanía de esta celebración.
En medio de estos preparativos, la comunidad despide con gran pesar a José Martín Cartaya, el hermano número 1 y una figura central en la Hermandad de la O. Para José, conocido afectuosamente como Pepe Martín Cartaya, la hermandad fue un pilar esencial en su vida, dedicándose incansablemente a su servicio. Su compromiso era inquebrantable, independientemente de quién la dirigiera, pues su enfoque principal siempre estuvo en la devoción al Santísimo Sacramento, hacia el cual sentía una profunda pasión.
Nacido en 1933, Pepe Martín Cartaya provenía de una familia históricamente ligada a la cofradía. Aunque su familia no era originaria de Triana, su padre, Antonio Martín Alborch, no solo fue hermano mayor de la hermandad, sino que también fue nombrado hermano mayor honorario. Sus hermanos, Ramón y Carmelo, siguieron los pasos de su padre, siendo también hermanos mayores. Ramón, de hecho, tuvo el honor de ser pregonero de la Semana Santa de Sevilla en 1972. Otro miembro destacado de la familia fue su hermano Jesús, un reconocido fotógrafo de la ciudad.
Pepe Martín Cartaya ocupó diversos cargos dentro de la Hermandad de la O, desde diputado mayor de gobierno hasta teniente de hermano mayor. Su participación activa no se limitó a roles administrativos; también fue maniguetero de la Virgen y diputado de tramo, aunque su mayor devoción era hacia Jesús Nazareno. Su implicación en la vida religiosa de Triana también se extendió al Carmen del Puente de Triana, donde formó parte de la junta de gobierno como consiliario.
La partida de Pepe Martín Cartaya deja una huella imborrable en la hermandad y en la comunidad de Triana, recordándose no solo por su profunda fe y devoción, sino también por su incansable servicio y amor por las tradiciones de su tierra.
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