El pasado 7 de enero falleció a los 87 años José Pérez Conde, destacado maestro-imaginero y creador de imágenes de gran relevancia para el patrimonio devocional andaluz. Pérez Conde, antiguo alumno de las Escuelas Profesionales de la casa salesiana de la Trinidad en Sevilla, deja un legado artístico y espiritual que marcó la historia de la Hermandad de Los Estudiantes de Utrera y otras importantes cofradías.
Un legado artístico imborrable
Entre sus obras más conocidas destacan el Santísimo Cristo del Amor (1960) y Nuestra Señora de las Veredas (1970), ambas imágenes titulares de la Hermandad de Los Estudiantes de Utrera. En Rota, fue autor de la imagen de Soledad de María Santísima, perteneciente a la Hermandad del Santo Entierro, realizada también en 1970. Además, en el año 2011, restauró otra imagen de la Hermandad Humildad La Campana.
Adiós a un referente del arte sacro
No solo se limitó a la creación de imágenes titulares, sino que también diseñó el paso de palio de estilo cubista que albergó a la Virgen de las Veredas. Además, esculpió la imagen de María Auxiliadora que preside la Basílica del colegio salesiano, y realizó la pintura de Nuestra Señora de Consolación, ubicada en la nave central de la capilla de Nuestra Señora del Carmen.
De las aulas salesianas al arte sacro
José Pérez Conde comenzó su trayectoria artística mientras cursaba estudios en la casa salesiana de la Trinidad, donde creó el Santísimo Cristo del Amor, su primera obra reconocida. Más tarde, continuó su formación en Bellas Artes y abrió su propio taller de imaginería, combinando esta labor con su pasión por la docencia.
Su profunda devoción a María Auxiliadora y su dedicación al arte sacro lo convirtieron en una figura imprescindible en el ámbito cofrade. Su obra no solo se distingue por la calidad técnica, sino también por la capacidad de transmitir una profunda espiritualidad.
Un ejemplo para las nuevas generaciones
El fallecimiento de José Pérez Conde deja un vacío en el mundo del arte sacro, pero su legado permanecerá como inspiración para nuevas generaciones de imagineros. Su vida y obra son un ejemplo de dedicación, talento y fe inquebrantable.
Desde estas líneas, enviamos nuestras condolencias a su familia, amigos y a las hermandades que tanto lo admiraron.
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